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Justicia para los americanos

POR: EDDISON CAMACHO

Si es que se debe rendir cuentas a los americanos hoy llamados latinoamericanos, por derecho hay razones más que suficientes, no está muy lejos el día en que Norteamérica era una tierra despoblada, bella y virgen, habitada solo por nativos americanos, quienes desde la llegada de los extranjeros, en sus propios suelos fueron víctimas de persecución, a tal punto de casi ser exterminados.

Si el caso es de derecho, el derecho está del lado de aquellos que son la mayoría de ilegales en Norteamérica, porque la mayoría provienen de este mismo continente americano; pero el caso de la presencia de los ilegales obedece a una necesidad de cubrir las vacantes de los puestos de trabajo que no lo harían jamás los propios estadounidenses. Esto se remonta, parcialmente, a la época en que el gobierno norteamericano admitió a lo que llamó “Operación Brasero,” que dio paso  a traer trabajadores de nuestras américas, dejando las puertas de las fronteras casi abiertas. La amnistía para los trabajadores agrícolas lo comprueba todo.

El problema real que sufren los países desarrollados es la insuficiencia de mano de obra no calificada, es decir trabajadores que cubran los vacíos de la producción y esas eran en el rubro de las industrias automotriz, área y de computación, las más estratégicas en términos económicos a nivel global; los empleados de servicios, las amas de casa, los jornaleros, los trabajadores de la construcción y de los pequeños negocios son un complemento a la gran industria, no por ello de menor valor, es así que esos trabajadores suman hoy más de 11 millones.

Norteamérica no quiere admitir la necesidad que tiene de los países de Latinoamérica, en materia de mano de obra, mexicanos en su mayoría por su cercanía, por eso se habla de la necesidad imperiosa  de una Reforma Migratoria Integral  para legalizar su estatus a millones de indocumentados. La verdad es que Estados Unidos siempre necesitará aun más de inmigrantes, que hoy los políticos llaman ilegales.

La realidad no se puede desconocer, la presencia de los millones de ilegales ya son trabajadores del sistema americano y que los único que hacen es trabajar productivamente, sin embargo prefieren tratarlos hostilmente, negándoles el derecho de transitar libremente por todo su continente, deteniéndoles y causándoles  dolor con las deportaciones, separando familias, negándoles el derecho a la educación. Aquellos que cruzaron la frontera hoy ya tienen hijos y además muchos de sus familiares quedaron al otro lado, separados, impedidos de asistir al fallecimiento de sus seres más queridos.

¿Existe entonces un derecho de parte de los desconocidos, de aquellos que viven en las oscuras esferas de esta sociedad, victimas de abuso e injusticia? Claro que sí, en ese sentido, el presidente Obama tiene toda la razón al reconocer que este país tiene más que enseñar a los demás países,  “este es el país de inmigrantes que se vean no más la cara en un espejo, los demás si hay uno que sea más inmigrante que el que es el propio original de estas tierras”. Es justicia, que se apruebe ya una Reforma Migratoria, amplia y comprensiva para que cubra a los más de once millones de ciudadanos americanos que mitigan en silencio.

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