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Gobierno de Maduro vuelve a reprimir a opositores y deja otros tres muertos

  • Este mes, las víctimas suman 33
  • El régimen buscó silenciar las protestas bloqueando los servicios de Internet
En Caracas, el gobierno de Nicolás Maduro buscó disolver las concentraciones -que se realizaron en 21 lugares diferentes-, enviando grupos de policías a reprimirlos. Pese a ello, y al temor de los “colectivos”, grupos de choque del chavismo, la gente salió a manifestar su descontento.

En Caracas, el gobierno de Nicolás Maduro buscó disolver las concentraciones -que se realizaron en 21 lugares diferentes-, enviando grupos de policías a reprimirlos. Pese a ello, y al temor de los “colectivos”, grupos de choque del chavismo, la gente salió a manifestar su descontento.

El gobierno venezolano reprimió ayer otra vez con inusitada violencia las marchas opositoras en Caracas y varias ciudades del interior, con el saldo provisorio de tres muertos y decenas de heridos. Desde temprano militarizó los puntos más calientes, al tiempo que bloqueó los servicios de Internet para afectar la comunicación por redes sociales y suspendió servicios de transporte esenciales como el subte.

Una víctima fatal es un joven de sólo 20 años, estudiante de la Universidad Metropolitana, identificado como Juan Pablo Pernalete. Una bomba de gas lacrimógeno le dio directamente en la cabeza y lo mató cuando participaba de la protesta en la plaza caraqueña de Altamira.

Esta nueva ola de protestas comenzó el 1° de abril pasado tras la decisión del Tribunal Supremo de quitarle potestad de Parlamento. Según datos de la Fiscalía General, desde ese momento hubo 26 víctimas fatales identificadas, y otras cuatro sin datos filiatorios. A la trágica lista hay que agregarle la muerte de otro adolescente de 22 años en Valencia, Christian Humberto Ochoa Soriano, quien falleció en la madrugada del martes pero recién se supo ahora, y la de Pernalete.

Pero además, el gobernador del estado de Táchira, el chavista José Vielma Mora, informó al canal estatal VTV que al mediodía falleció “de un tiro en el estómago, el ciudadano Efraín Sierra Quintero”, aunque no aportó más detalles.

Dentro de este clima de tensión social, el país caribeño vivió ayer otra jornada de enfrentamientos y caos generalizado durante gran parte del día. En Caracas, el gobierno de Nicolás Maduro buscó disolver las concentraciones -que se realizaron en 21 lugares diferentes-, enviando grupos de policías a reprimirlos. Pese a ello, y al temor de los “colectivos”, grupos de choque del chavismo, la gente salió a manifestar su descontento.

En la capital venezolana hubo una especie de apagón de Internet que duró hasta la noche. La oposición denunció que era parte de la estrategia del gobierno para evitar la difusión de la protesta a través de las redes sociales, algo que ya ocurrió en otras oportunidades. Esto va en coincidencia con la maniobra oficial de bloquear espacios informativos en medios tradicionales y en la Web.

Los venezolanos respondieron ayer masivamente a la convocatoria de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD), que reclama la destitución de los miembros del Tribunal Supremo, institución que actúa prácticamente como el poder legislativo, la convocatoria a elecciones nacionales y la liberación de los presos políticos.

Con gorras y remeras con los colores de la bandera venezolana, las distintas columnas recorrieron distancias de 7, 10 y hasta 12 km. Bajo un sol intenso que dejaba la piel enrojecida, los grupos caminaron sobre el asfalto para expresar su repudio al oficialismo.

Cuando la gruesa columna central se dirigía a la Defensoría del Pueblo por la estratégica autopista Francisco Fajardo, un retén de la Guardia Nacional comenzó a lanzar una lluvia de gases lacrimógenos. Luego recurrieron a las balas de goma y a los carros hidrantes.

Esto hizo desbandar a la gente, pero una gruesa columna de jóvenes les hizo frente. Las bombas lacrimógenas caían como racimos a los pies de la gente. Los manifestantes se cubrían el rostro con pañuelos y remeras para luego tomar las bombas y arrojarlas lejos. Los gases llegaron a un sanatorio cercano y a un colegio, que tuvo que ser evacuado.

“¿Quiénes somos?”, preguntaba uno de los líderes: “Venezuela”, respondía la multitud. “¿Qué queremos?, Libertad”, repetían, para luego cerrar con la consigna: “Urgente, urgente… un nuevo presidente”.

En la plaza Altamira hubo una multitud desde la mañana. “Vinimos a apoyar a la gente porque los sueldos no alcanzan para nada. No tenemos comida, medicamentos, sólo inseguridad y represión”, dice Paola, quien salió a participar de la marcha con sus dos amigas de un local de comidas rápida. “Es nuestra hora de almuerzo”, justifica rápidamente.

Mardim tiene un bebé de poco más de un año. Cuenta que como no se consiguen pañales descartables, usa los “pañales ecológicos”. “Los lavamos y se los volvemos a poner”, explica. Andreina Gazzotti tiene 24 años y señala que ella, como muchos jóvenes, piensan dejar Venezuela. “La juventud está buscando alternativas afuera porque aquí no tenemos trabajo, no tenemos calidad de vida”, afirma. Y enseguida pregunta: “¿Pero por qué nos tenemos que ir nosotros, por qué no se van ellos?.- El Clarín

Por Daniel Vittar

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