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La reforma migratoria una urgencia social

El presidente Obama, el partido demócrata y sus aliados han declarado que buscan una respuesta urgente camino de la ciudadanía y para ello necesitarán cumplir con puntos de rigor.

El segundo mandato del presidente Barack Obama ha comenzado con el reto de encontrar una respuesta y una salida efectiva al tema migratorio. Su impresionante carisma y sus constantes maneras de poner el dedo sobre la llaga, donde sangra la herida de los más sufridos, lo han transformado en un mandatario popular y no populista, porque de ello se encarga el Congreso y el ojo crítico del Partido Republicano.

Los temas económicos renacen a cada momento, más la premura por el tema migratorio se hace notar. La sociedad americana no se compone solamente de nativos, ciudadanos nacidos y correctamente identificados, el país cuenta con una fuerza laboral, política y social de constante crecimiento, que surge detrás de una historia oculta por la ilegalidad de su identidad.

Reconocer, en primer lugar, la importancia de dedicar tiempo y esfuerzo a conseguir una respuesta adecuada que sirva de base para establecer leyes donde aquellas personas que han venido al país a contribuir con su  trabajo y hayan mostrado una excelente conducta reciban compensación, es una prioridad inherente al nuevo período presidencial. Una promesa sin cumplir aún.

La inmigración ilegal ha sido un argumento sin reconocer, hoy  el gobierno ha comprobado la fuerza de votación que agrega en el momento de elegir candidatos, respeta su posición de avanzada y lentamente se van uniendo más protagonistas por debatir el tema para buscar una solución. Urge la legalidad de una población que aporta a la sociedad no sólo en mano de obra, sino en criterio de números contables.

Dentro de la sociedad americana que por años ha permanecido en la trastienda, el tema migratorio ha pasado a ocupar los primeros lugares del mundo político y de la prensa.  El presidente Obama se ha alzado con sus preocupaciones y responde con la lógica de una idea, la necesidad de  ir por el camino de la ciudadanía.

NO VIVIR AJENOS A LOS DEBERES SOCIALES

Es momento de no vivir ajenos a los deberes sociales, hacia quienes se han mantenido siendo parte activa de la sociedad, mientras su identidad está en el anonimato. Los inmigrantes ilegales se han mantenido como fantasmas aun sabiendo que existen, pero no se los tomaban en cuenta.

Esta sociedad ha logrado entender por qué se enfatiza en la urgente búsqueda de una solución viable del tema migratorio. Se ha llegado al punto necesario donde los dos partidos fundamentales se han unido para analizar una respuesta balanceada, que permita eliminar riesgos fronterizos y reclamar por los derechos de los ilegales.

La historia de este país nos lleva a consolidar un criterio que apunta a acusar al gobierno de impedir con severas leyes la transgresión del territorio con vistas a vivir ilegalmente. Si queremos ser justos no podemos culpar a los Estados Unidos de abrir las puertas o tener más oportunidades o simplemente decretarlo un país de todos y para todos. Cada gobierno limítrofe debe tomar la responsabilidad de contribuir al desarrollo económico y social de sus pobladores y con ello se evitaría el flujo desmesurado de ilegales.

No teniendo este país un control sobre los demás, entonces decide cerrar sus fronteras con las injustas consecuencias de dañar a los más inocentes. Criaturas que han crecido bajo el amparo social de este gobierno, hoy se sienten traicionados cuando sus padres son deportados y ellos sufren las consecuencias. Es injusto haber utilizado una fuerza productiva eficiente, durante muchos años y hoy acusarlos de inservibles, castigándolos con la deportación.

RESPUESTA URGENTE A LA CIUDADANIA

El presidente Obama, el partido demócrata y sus aliados de ideas, han declarado que buscan una respuesta urgente camino de la ciudadanía y para ello necesitarán cumplir con puntos de rigor. ¿Quiénes ganan con estas medidas? Esa es la pregunta a una respuesta que necesita ser imparcial y no escurridiza, allí es donde los políticos se detienen a analizar con mirada de lupa y punta afilada.

La decisión final no puede inclinar la balanza sólo a nivel de inmigrantes ni detractores, porque una mala decisión puede llevar a perder valores necesarios y seres humanos capacitados, honestos, triunfadores. Es una difícil y dura tarea la de definir conceptos.

El gobierno, los negocios, la intelectualidad, el ejército,  la sociedad toda recibe compensación por haber actuado con manos abiertas. Jóvenes nacidos en territorio americano o criados bajo las normas estrictas de conducta, con una educación que mira al futuro, actuando en agradecimiento y con humildad devuelven  al país, con amor y compromiso, cada gesto de bondad recibido.

Los ciudadanos americanos no asumen tareas agrícolas o caseras, de la misma manera que lo hace un inmigrante con deseos de triunfar, ofreciendo un futuro a sus hijos. El nativo exige del gobierno, el inmigrante se autoexige, el inmigrante ilegal sabe que no puede exigir y sólo ofrece con la cabeza baja.

Se puede visualizar la posibilidad de analizar el proceso transicional de pasar del estatus de ilegal a ciudadano, aunque con ello se estaría ofreciendo la posibilidad de una campaña migratoria más amplia y discutible, por eso hay detractores que ostentan la bandera de la incomprensión conllevando a una discriminación que recae sobre las personas de conducta correcta que ansían lo mejor para sus hijos.

La administración de Obama se proyecta a través de una sociedad que luce de poseer leyes protectoras hacia la mujer y los niños, y no se permite el error de dejar sin hogar a muchos de ellos. Los Estados Unidos ha asumido el reto de la verdad, de identificar la culpabilidad de actos injustos a través de soluciones abarcadoras.

La urgencia del gobierno por dar respuesta a un sector poblacional en aumento, nos demuestra la fuerza moral que poseen los hispanos, ejerciendo una presión social que descubre su autonomía. No son una masa inocente que se deja conducir, sino un grupo social que produce, aporta y dirige la balanza del futuro de este país.

Los políticos se mantuvieron fingiendo. Aparentaban una voz de salvación para la inmigración, que nunca llegó. La intromisión de Obama, descubrió que la necesidad social se hacía más profunda a favor de los inmigrantes. Entendieron  que se podía actuar con honestidad para reconocer el mérito de aquellos que, aún cuando se les niegan los derechos, sienten la obligación de responder a un país, al que consideran su verdadera Nación.

NO LEYES DEMAGOGICAS

No se buscan leyes demagógicas o tramposas, ni historias y diatribas que detengan el correcto curso de los acontecimientos, hay mentes capaces de elaborar argumentos sólidos que permitan darle el derecho merecido a los que actúan con honestidad y valentía. El presidente Obama ha salido adelante y Marcos Rubio, un republicano a carta cabal está apoyando su idea desde el podio y sin establecer conexiones innecesarias.

Todos los partidos, la sociedad toda necesitan del cambio que libere de sus amarras a los indocumentados y le entregue la soberanía de sus hijos, a quienes sienten la discriminación por la voluntad de contribuir en un país que les abrió las puertas al mismo instante que el suyo, de origen, se las cerraba.

La confianza de una votación a favor de un pensamiento democrático, aunque con elementos de ambos partidos deja a los indocumentados la esperanza de saber que conseguirán el futuro soñado no como regalo, sino como recompensa de su sacrificio y para ello deben pagar con su lealtad en todos los sentidos.

El país necesita de los indocumentados con su nuevo estatus, con la misma urgencia que ellos solicitan su legalidad. Se merecen un respiro de paz y una gota más de confianza que no defraudarán.

La necesaria reforma  migratoria debe llegar. Niños y niñas, jóvenes que se han criado en una cultura mixta, con un idioma diferente y un concepto social que es la sumatoria de varias culturas, deportarlos puede traer consigo su destrucción personal, su inadaptación y terminarán transformándose en seres humanos hostiles, retraídos e inconformes.

Los Derechos Humanos y la Organización Mundial de la Salud, organismos internacionales que velan por el correcto desarrollo de la vida y el cumplimiento de normativas que garanticen a la humanidad un mínimo de respeto entre ellos, debería abogar para que está Nación encuentre las vías de mantener abiertas las puertas al futuro de los que han entregado todo a cambio de ser ciudadanos.

POR AMELIA MARIA DOVAL

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