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Perú y los 191 años de su Independencia Nacional

El General Don José de San Martin, líder de los ejércitos independentistas del sur proclama la independencia del Perú ante la multitud en la Plaza Mayor de Lima. (Obra de Juan Leppiani Toledo, fechado en Roma en 1904).

Julio, mes de la Patria, es una fecha que conjuga todo el sentimiento crítico y a la vez esperanzador para los peruanos. Y no es para menos. El largo camino histórico le da a este país testimonios que el tiempo no ha logrado borrar, pues cada período guarda hechos que configuran el hoy Perú moderno,  que aun lucha por superar los desbalances que no le permiten alcanzar su verdadero desarrollo.

LA GRANDEZA DEL TAWANTINSUYO   

La época preincaica con representación de muchas culturas en costa, sierra y selva tuvo la gran influencia de dos grandes culturas: Wari y Tiahuanaco abarcando sobre todo la región andina. Posteriormente, estas culturas fueron absorbidas por el imperio incaico o el Tawantinsuyo, Cuatro suyos o jurisdicciones, cuya expansión abarcó casi toda la parte Occidental de América del Sur.

En su máximo esplendor el Imperio incaico abarcó hacia el noroeste, el Chinchaysuyo, hasta el actual Río Ancashmayo en Pasto, Colombia; al Noreste el Antisuyo, en los valles tropicales ocupando gran parte de la selva baja amazónica; al Sudoeste el Contisuyo, ocupando parte de la costa peruana hasta el Río Maule, en Chile; y al Sudeste el Collasuyo, en gran parte de Bolivia y hasta Tucumán en Argentina.

Con una población de más de 12 millones de habitantes unidos por una sola lengua, el Runa Simi o Quechua, el imperio que data del año 1 200 d. C., gobernado en una sucesión de catorce incas, tuvo como capital la ciudad de Cusco en zona andina, donde se encuentran las principales construcciones arquitectónicas a base de grandes bloques de piedra: edificios públicos, templos, sistemas de regadío, canales, esculturas, etc., como en  Sacsayhuamán, Machu Picchu, Choquequirao y otros.

Fueron cuatro los preceptos básicos o normas morales que significaron los pilares de la grandeza del imperio incaico: Ama llulla (No mentir) base de la veracidad y sinceridad, Ama sua (No robar) base de la honradez y cuidado del bien ajeno, Ama Qella (No ser ocioso) base del trabajo y el esfuerzo, Ama Llunku (No ambicionar) base de la templanza o la moderación.

El mundo andino actual sigue ejerciendo muchas de las enseñanzas de sus ancestros: la cultura, idioma, arte, agricultura, la medicina y en muchos pueblos se practica aún sus cuatro normas morales, pese a que se buscó desaparecerlas desde la conquista española y el asesinato del último Inca, Atahualpa, a manos de Francisco Pizarro en 1533.

LA CONQUISTA  EXTERMINADORA

En efecto, el esplendor del Tawantinsuyo comenzó su abrupto decaimiento y posterior desaparición con la llegada de los conquistadores españoles, al mando de Francisco Pizarro que luego de ambiciosa aventura marina llegó a las costas de Tumbes en territorio incaico, con tres navíos, 180 hombres y 39 caballos, trayendo consigo moderna tecnología y equipamiento bélico a estos lares (armas de fuego, caballería y pertrechos) que fueron decisivos para el cometido conquistador.

Los incas fueron dominados fácilmente por la sagacidad del grupo invasor: Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el sacerdote Hernando de Luque, quienes con el contingente armado se dirigieron hacia Cajamarca donde se encontraba Atahualpa, el monarca Inca, a quien tras una emboscada lo capturan el 16 de noviembre de 1532, fungiendo de justicieros ante los enfrentamientos internos con su hermano Huáscar por asuntos de hegemonía sobre el imperio.

El pretexto del grupo invasor fue por la ambición de la riqueza existente en estas tierras y exigen a Atahualpa una recompensa para liberarlo. El inca, confiado en la promesa, cumplió en pagar una habitación llena de oro y dos de plata. Pero Pizarro amplió el proceso para conseguir más riquezas y sabedor de una sublevación indígena en su contra decidió matar a Atahualpa el 23 de julio de 1533, acusándolo de idólatra, tener muchas esposas y ser autor de la muerte de su hermano Huáscar. Este hecho significó un cambio radical en la historia del Tawantinsuyo.

Luego, vendría el virreinato y la hegemonía española por cerca de trecientos años, las luchas independentistas ante el saqueo de la riqueza minera, el abuso y maltrato de la población y la ambición desmedida de los virreyes con la protección de la corona española, que hicieron de las tierras conquistadas colonias donde se implantó con rigor nuevas formas de vida, en desmedro de una floreciente cultura nativa construida por siglos.

Con el tiempo, la imposición violenta del virreinato y problemas de la monarquía española originaron reacciones emancipadoras en diferentes partes: Cusco, 1780, José Gabriel Condorcanqui  o Túpac Amaru; Chuquisaca, 1809, Tomás de Aquino y Francisco Suárez; así como Diego Cristóbal Túpac Amaru II, Julián Apaza y otros que influyeron después para otros movimientos más organizados que surgieron más adelante contra el poder virreinal.

LA INDEPENDENCIA DEL YUGO COLONIAL 

Las corrientes liberadoras del siglo XVIII que llevaron a la emancipación de los Estados Unidos y precedieron la caída de la monarquía francesa, repercutieron en los países de América Latina con protestas, revueltas y rebeliones, aunque Fernando VII, rey de España, había logrado frenar todo intento emancipador en las colonias. A comienzos del siglo XIX, solo quedaban como focos de agitación libertaria las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina) y la Región de los Llanos Orientales del Orinoco (Venezuela).

Fue de estos dos lugares de donde partieron las corrientes libertadoras hacia Perú. El primero, de Argentina, al mando de Don José de San Martín y el segundo de Venezuela, dirigida por Don Simón Bolívar. El Ejército Libertador zarpó del Puerto de Valparaíso, el 20 de agosto de 1820. La expedición constaba de 4118 hombres de caballería, infantería y artillería. El memorable 8 de setiembre de ese año se inició el desembarco de la Expedición Libertadora en la bahía de Paracas, estableciendo su Cuartel General en Pisco.

San Martín hizo los preparativos por espacio de un año coordinando con ilustres personajes afincados en la capital, hasta que el 15 de julio de 1821 el ejército libertador ocupa Lima y el General convoca a cabildo abierto donde expone las razones de su cometido, que los asistentes apoyaron decididamente, redactándose el Acta de la Independencia que todos suscribieron, acordándose su formalización con un juramento público el día 28 de julio.

Aquella memorable mañana había amanecido más soleada que de costumbre y los pobladores vistiendo sus mejores galas se iban concentrando expectantes en la plaza mayor de Lima donde se levantaba un estrado engalanado con motivos inusuales para la época. Un gran acontecimiento estaba por suceder a juzgar por el comentario optimista de la gente de distinta condición social que rápidamente se había difundido en las dos últimas semanas…

Entonces, ante la repentina aclamación de júbilo de la muchedumbre que colmaba la plaza mayor, apareció el General don José de San Martín acompañado por una delegación de las principales personalidades de la localidad. Se dio lectura al Acta de la Independencia ante la algarabía del público y San Martín concluyó con voz estentórea la Jura de la Independencia:

¡EL PERU DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE
POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS
Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE!
¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!

191 AÑOS DE VIDA REPUBLICANA SIN EQUIDAD SOCIAL

El 28 de julio del presente año, el Perú cumple 191 años de vida republicana, siendo la instalación del Primer Congreso Constituyente del 20 de setiembre de 1822 -a decir del historiador Jorge Basadre-, el nacimiento formal de este período. No obstante, el virrey no se resigna a abandonar el país pese a los enfrentamientos con las fuerzas patriotas, hasta que la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, con el Mariscal José Antonio de Sucre, puso fin a tres siglos de opresión española en el Perú.

Aunque algunos califican de “chauvinistas” o “patrioteros” a quienes tratan de explicar el significado poco favorable como fue la invasión, el aniquilamiento de la cultura y la actitud discriminatoria contra la población nativa impuesta por los españoles y las consecuencias conflictivas derivadas de estos hechos que se fueron arrastrando durante la república, es necesario, como obligación moral, establecer los parámetros de la realidad y hacer un balance -aunque apretado- de la reciente vida republicana.

El Perú pudo tener mejor suerte como país republicano si sus gobernantes hubieran abrigado realmente los criterios de equidad social, económica y política y trabajar por la inclusión de las mayorías redimiéndolas de la pobreza en que todavía se debaten, agenda pendiente que cada gobierno ofrece atender pero que siempre la deja de lado.  “Hay otras prioridades en camino” sostienen para justificar primero la atención a pequeños grupos de poder, a sus allegados políticos o parientes que están al acecho.

De ahí la pugna de los políticos por llegar al poder campaña tras campaña, que no escatiman en suscribir acuerdos maquiavélicos contra los intereses del país, negociar favoritismos con los recursos naturales, como sucedió con el petróleo, la minería, el gas natural o la madera que después de largo tiempo vienen originando la protesta masiva de muchos pueblos en defensa de la salud y la vida, contra la contaminación ambiental y otros desastres en las zonas de explotación.

Pocos fueron los gobernantes que trabajaron con responsabilidad. Gestionaron políticas e importantes cambios de estructura contribuyendo con acierto hacia nuevas conveniencias en el manejo del Estado, con reformas que la mayoría de peruanos, incluso los desposeídos, aprobaron y gracias a ello el Perú buscó rumbos progresistas saliendo del atolladero en que otros gobernantes ineficaces hundieron al país hasta la bancarrota, caso reciente del primer gobierno de Alan García Pérez.

Actualmente, después de mucho esfuerzo, el Perú goza de buena salud económica en la región. Cuenta con reservas que ayudarán a enfrentar la actual crisis mundial y es considerado como buen mercado para las inversiones extranjeras. Aunque la economía boyante no llega a los más necesitados que son la mayoría en el país, es de esperarse, sin embargo, que el actual gobierno y los sucesivos la administren con prudencia para superar la crisis sin complicaciones y se oriente hacia el desarrollo.

Es cierto que a poco de cumplir el bicentenario de su independencia (2021) el Perú tiene mucho camino por recorrer para fortalecer su identidad cultural, mejorar sustancialmente sus servicios básicos de salud y educación; trabajar por una verdadera inclusión social; administrar en mejores condiciones sus recursos mineros, petrolíferos y gasíferos; reducir drásticamente el analfabetismo y la pobreza y mejorar con calidad su producción.

Hacer de la democracia una herramienta al servicio de todos y no el privilegio de unos cuantos que se sienten los dueños del Perú. Democratizar también la justicia como una condición inalienable a la naturaleza humana, sin distinciones de ninguna clase. Superar las deficiencias administrativas en los Poderes del Estado y ponerlos al servicio del Pueblo como garantía de su desarrollo, no el reducto fácil donde se quebranten los principios y los valores mancillando su propio honor.

¡Y todos los peruanos estamos llamados a seguir trabajando por su engrandecimiento! ¡Viva el Perú!

POR: SIXTO EDUARDO CANCHANYA
secanchanya@peru.com

One comment on “Perú y los 191 años de su Independencia Nacional

  1. suma adicional on said:

    me parece no tan preciso pero confible deberian de haber mas imagenes

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