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Peruanos piden ayuda a gritos para enfrentar daños por inundaciones

Las fuertes lluvias ya dejan 78 muertos. Problemas de salud afectan a los damnificados

En estos lugares, así como otros más aislados del norte de Perú, la ayuda estatal llega con cuentagotas, pues la emergencia ha dejado 101.104 personas sin vivienda y otras 643.216 afectadas en menor medida

En estos lugares, así como otros más aislados del norte de Perú, la ayuda estatal llega con cuentagotas, pues la emergencia ha dejado 101.104 personas sin vivienda y otras 643.216 afectadas en menor medida

Con desolación y tristeza, miles de peruanos luchan por quitarse de encima toneladas de lodo para salvar lo poco que queda de sus humildes viviendas y negocios, arrasados por las recientes inundaciones que los dejaron sin luz, agua, comida y trabajo, y que han causado al menos 78 muertos, 264 heridos y 20 desaparecidos.

En el barrio limeño de Carapongo es difícil encontrar algo que no esté cubierto de lodo, después de que dos desbordes consecutivos del río Rímac ingresaron en las casas este fin de semana con casi un metro de altura, y arrasaron de madrugada con lo que había en su interior.

“Estamos en pérdida total. Solo nos queda empezar de cero, pero no tenemos cómo”, explicó Edwin Becerra, administrador de un pequeño vivero denominado Tierra Verde, del que solo queda el cartel, porque tanto sus plantas como su invernadero desaparecieron, arrastrados por la implacable corriente.

“Estamos sin maquinaria y sin mercadería. Hemos perdido alrededor de 50.000 soles (unos 15.000 dólares)”, añadió Becerra, sentado en un escritorio a la intemperie, mientras trataba de limpiar una impresora completamente cubierta de lodo.

Mientras tanto, los jardineros evacuaban el lodo de las oficinas hacia un riachuelo que atraviesa el vivero y que marca el rastro inexorable que tomó el desbordamiento del río, al punto que unos metros más abajo dejó colgando varios metros de los rieles de una vía férrea.

“Estamos en pérdida total. Solo nos queda empezar de cero, pero no tenemos cómo”

En el mismo terreno vive el abuelo de Becerra, Alberto García, quien contó que llegó al lugar en 1960 y nunca había visto una riada del tamaño de la que destruyó su predio, pues su casa todavía está inundada con dos palmos de agua.

La familia duerme ahora en un conjunto de carpas instaladas por la Municipalidad de Lima en el mismo lugar, expuestas de manera temeraria a que un nuevo huaico (término quechua con el que se conoce en Perú a estos aluviones) se los pueda llevar por delante.

Sin poder escapar

A muchos las inundaciones les tomaron por sorpresa, especialmente porque ocurrieron de madrugada. Felicita Ramos recordó que tuvo que ser rescatada por otros vecinos de su vehículo, alcanzado por las aguas cuando intentaba escapar de la emergencia junto a su familia.

“No pude escapar. Nos rescataron con una soga, pero yo caí a la corriente. Estamos sufriendo mucho porque no tenemos agua. El pozo que teníamos en casa está lleno de tierra. Tampoco tenemos olla para cocinar. Estamos con hambre. Ni siquiera tenemos colchones. Es muy triste. Hemos perdido todo”, dijo Ramos.

Por su parte, el mecánico Juan Mamani comentó que solo tuvo tiempo de llevar a su familia al segundo piso de su vivienda, tras recibir la alerta de los vecinos, y desde allí observaron con frustración cómo el agua se llevaba sus enseres durante día y medio.

“Este era mi taller, y ahora mis máquinas están hechas un desastre. Solo me queda esperar que se seque para botarlo todo. Ha sido un golpe muy duro. Pido urgente apoyo de alguna empresa para poder volver a comenzar de cero”, dijo Mamani mientras observaba con lástima sus herramientas bajo el agua.

Cerca de su casa, unos niños jugaban al minihuaico, y trataban de contener el flujo de un pequeño desagüe que todavía expulsaba agua de la inundación.

La mayoría de los damnificados en Carapongo duerme ahora en un campamento instalado en una zona cercana, donde reciben algunos alimentos, ropa y atención médica, a cargo del médico Álex Rosas, coordinador de emergencias del Hospital de Vitarte.

El galeno aseguró que desde el viernes ya han sido atendido medio millón de personas, la mayoría por diarreas agudas, pero también por infecciones respiratorias como faringitis y bronquitis en niños y ancianos, además de infecciones urinarias por haber permanecido con la misma ropa húmeda varios días.

En estos lugares, así como otros más aislados del norte de Perú, la ayuda estatal llega con cuentagotas, pues la emergencia ha dejado 101.104 personas sin vivienda y otras 643.216 afectadas en menor medida.

Por eso, el martes, el gobierno de Perú prometió acelerar la entrega de ayuda humanitaria a las zonas inundadas. El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, sobrevoló en helicóptero las regiones más afectadas y dijo que el objetivo primordial del Gobierno es la reapertura de la carretera que une el norte con el centro del país.

“Aquí la prioridad es abrir la (carretera) Panamericana”, dijo Kuczynski durante una visita de coordinación a la norteña ciudad de Trujillo, que está prácticamente aislada tras el derrumbe del puente Virú, el fin de semana pasado.

La caída de este puente cortó la llegada de ayuda humanitaria e impide que la población se desplace. Según el último reporte oficial de daños, al menos 6.700 kilómetros de carreteras y 175 puentes fueron destruidos desde que comenzó la temporada de lluvias en diciembre.

“Estoy seguro que de aquí a algún tiempo, no se cuándo, esto va a pasar, pero también estoy seguro de que va a volver porque estamos en medio del cambio climático y el calentamiento global y eso es completamente impredecible”, dijo Kuczynski.-

El Tiempo con AFP, Reuters y EFE

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