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¿Qué hay de nuevo en la nueva Constitución de Cuba?

Entre otras cuestiones, la nueva Constitución de Cuba reconoce al mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera como motores de impulso al (necesario) crecimiento económico en la isla.

Según el proyecto de la nueva Constitución cubana, el monopolio de la política, la ideología y el ejercicio de las “libertades públicas” corresponde única y exclusivamente al Partido Comunista. El presidente del Consejo de Ministros, actualmente Miguel Díaz-Canel, es un subordinado del dirigente del Partido, de Raúl Castro.

Según el proyecto de la nueva Constitución cubana, el monopolio de la política, la ideología y el ejercicio de las “libertades públicas” corresponde única y exclusivamente al Partido Comunista. El presidente del Consejo de Ministros, actualmente Miguel Díaz-Canel, es un subordinado del dirigente del Partido, de Raúl Castro.

El próximo 24 de febrero se llevará a cabo un referendo para someter a votación la nueva Constitución de Cuba. El texto que reemplazará a la Carta Magna vigente desde 1976 ya fue aprobado por la Asamblea Nacional y solo espera que la ciudadanía le dé el sí.

Entre otras cuestiones, la nueva Constitución de Cuba reconoce al mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera como motores de impulso al (necesario) crecimiento económico en la isla.

Por este reconocimiento (hay que recordar que Cuba sufre un embargo comercial por parte de Estados Unidos desde 1962), la nueva Constitución le estaría diciendo adiós al concepto de “sociedad comunista” que rigió al país las últimas seis décadas.

Esto no quiere decir que la Constitución, por ejemplo, aprecie un sistema de partidos políticos y de apertura al juego electoral. El gobierno pertenece a un Partido y ese Partido es el Comunista. El cambio, ahora, es que de “sociedad comunista” pasa al “carácter socialista” del sistema político cubano.

En otras palabras, el monopolio de la política, la ideología y el ejercicio de las “libertades públicas” corresponde única y exclusivamente al Partido Comunista. El presidente del Consejo de Ministros, actualmente Miguel Díaz-Canel, es un subordinado del dirigente del Partido, de Raúl Castro.

Otro cambio es que ahora el período presidencial no durará hasta que el caudillo en turno quiera, sino que Díaz-Canel, por ejemplo, durará cinco años en el cargo, con posibilidad de reelegirse por igual tiempo. Pero no más. Poner un límite al poder no era una práctica del régimen implantado por Fidel Castro.

Si bien hay un ligero cambio en el ejercicio del poder, no lo hay todavía en el proceso para seleccionar a los gobernantes. La nueva Constitución mantiene la elección indirecta: el presidente será elegido entre los diputados de la Asamblea Nacional, cuyos miembros son elegidos en una votación popular donde el número de candidatos equivale al número de escaños.

Volver al pasado

Entre los cambios más sonados en el texto aprobado el año pasado por la Asamblea Nacional, está el del artículo 68 que define el matrimonio como la unión consensuada “entre dos personas”, sin especificar el sexo, con lo cual da paso al así llamado “matrimonio igualitario”.

Quizá por todos estos cambios que apenas si abren la puerta a tiempos nuevos en Cuba, los obispos de la isla emitieron una declaración conjunta pidiendo que el 24 de febrero se respete el voto libre de la gente y no dejaron de advertir que se trata de un texto fruto de una “ideología única”.

Para los prelados, el texto es un atropello a la pluralidad pues pareciera ser que “solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena”, dejando de lado otras formas de realización personal.

“Lo absoluto de tal afirmación excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de pensamiento sobre el hombre y el orden de la sociedad”, enfatizaron los obispos en su más reciente comunicado.

En una votación unánime, el Parlamento cubano aprobó el 23 de diciembre de 2018 el borrador final de la nueva Constitución. Los 583 diputados que conforman la Asamblea Nacional dieron el empujón final a la nueva Carta Magna.

Este borrador ha enfrentado a simpatizantes y detractores en las redes sociales, sobre todo en Twitter, donde se extiende la etiqueta #YoVotoNo en publicaciones que piden rechazar un texto que “no contiene mejoras” y vuelve al país “a lo antiguo”.

Por Jaime Septién | Aleteia

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